Cuando llegabas a cuarto o quinto de bachillerato, los curas del Colegio de los HH. Maristas de Barcelona organizaban una excursión a los monasterios de Poblet y Santes Creus para completar la formación en arte de sus alumnos. Después de treinta y tantos años he podido volver a este monasterio cisterciense con Miguel, Jesús, Tuti, Pedro Ángel y Román (sólo faltaba José Luis) compañeros de entonces y amigos hoy. La perspectiva cambia con el paso de los años. Esta es la que tengo ahora.
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